Es curioso observar la reacción de la gente ante un suceso imprevisto y en una situación en la que resulta fuera de contexto.
Hoy en la clase de 4º ha ocurrido una de estas situaciones. Cuando ya estaba todo el mundo sentado, con el libro abierto y a punto de comenzar mi explicación, una alumna, que normalmente se comporta bien y no suele hablar, ha proferido el alarido más espeluznante que había escuchado en años. ¿El motivo?. Un abejorro, se debatía patas arriba sobre su mesa.
Ese alarido, que en otras ocasiones nos habría puesto los pelos de punta, nos ha pillado por sorpresa, pero casi todos hemos permanecido sin inmutarnos. Nuestros cerebros han tenido que interpretar en décimas de segundo ese sonido inexplicable y terrorífico.
Yo no me caracterizo por tener un sistema nervioso con tiempos de reacción pequeños, y eso, creo, ha jugado en mi favor, ya que si no el infarto estaba asegurado.
Ahora que lo recuerdo, me río, pero en ese breve lapso temporal, la adrenalina y la confusión se han apoderado de todos los presentes, hasta que hemos conseguido reinterpretar la realidad.
Yo no me caracterizo por tener un sistema nervioso con tiempos de reacción pequeños, y eso, creo, ha jugado en mi favor, ya que si no el infarto estaba asegurado.
Ahora que lo recuerdo, me río, pero en ese breve lapso temporal, la adrenalina y la confusión se han apoderado de todos los presentes, hasta que hemos conseguido reinterpretar la realidad.